piterino: La vuelta al mundo

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Lugar: Almería, Almería, Spain

jueves, mayo 24, 2007

El Milan, campeón de Europa.


Si alguien lo predice, por ejemplo, en noviembre, le toman por loco o por no iniciado en el seguimiento diario de este mundo, pero el Milan ganó anoche en Atenas su séptima Copa de Europa. En fútbol, las temporadas son muy largas y cualquier análisis con intención conclusiva corre serio riesgo de desprestigio futuro.

Lo cierto es que tiene su mérito, porque Ancelotti ha reinventado un Milan campeón tras la marcha de Shevchenko y renunciar a su centro del campo en rombo. Con un portero inseguro, una defensa vieja y deshilachada, una delantera con escasos recursos y sin velocidad y una línea de medios a la que parecía habérsele pasado el arroz, con una temporada marcada por las sanciones, la polémica y el susto por su inicial exclusión de la Liga de Campeones. Así se ha llevado el título el Milan de Ancelotti.

Se apoyó en la benevolencia de los sorteos para llegar hasta cuartos haciendo valer tan sólo la pegada de alguna figura, los goles de Kaká y el peso de la camiseta, y en una gran noche en Munich terminó de convencerse y de hallar su camino. Una medular de cinco hombres en cuadrado, con Pirlo como vértice central adelantado (ver Futbolitis para entender el desarrollo táctico del Milan) y un solo punta, renuncia a las bandas como punto de partida y una nueva “squadra” estaba perfilada. Si lograban imponer un ritmo pausado de juego y tener la posesión, no había rival capaz de superarle con claridad, ni siquiera el imparable Manchester United. Apoyados en su superioridad numérica y táctica en el medio, y en el desequilibrio de sus dos mediapuntas: Kaká, irregular como casi siempre pero apareciendo en momentos puntuales y decisivos como en Old Trafford o el día del Celtic, y el “holandés errante” Clarence Seedorf a un nivel extraordinario viviendo una segunda juventud.

El torneo, caprichoso como ninguno, le enfrentó en la final con el Liverpool, ofreciéndole la posibilidad de una “vendetta” en toda regla tras la increíble noche de Estambul en 2005, pero se encontraron con un Benítez que les ganó la partida desde el principio, y no sólo después del descanso. Mover a Gerrard de la derecha a la media punta igualaba fuerzas en el centro y mientras el físico aguantó, el Pool fue superior.
Fue la primera parte de las contradicciones: el balón lo movía con más criterio el Liverpool, los ingleses dominaban la zona ancha, llegaban algo más, pero en el último minuto Inzaghi de rebote hacía el primer gol (tras una falta de Xabi Alonso, que había completado una primera mitad excelente). Pippo sólo aparecería de nuevo para marcar el segundo tras gran pase de Kaká (quien también asomaba por segunda vez; la primera, hizo una ruleta) cuando a los de Benítez las piernas ya no les respondían.
Dos errores se detectaron: el Liverpool generó opciones por las bandas, supo abrir el campo, pero sus efectivos allí ni desbordaban ni definían (mal Pennant y Zenden, peor aún un Kewell fuera de ritmo), y dio la sensación de que Benítez tardó demasiado en abandonar el plan A: Kuyt no es referencia, se mueve, trabaja, bascula, pero no está, y para cuando Crouch quiso entrar quedaba poco tiempo ya.

Siete Copas de Europa tiene el Milan, consolidado en segundo lugar de una imaginaria clasificación histórica continental. Berlusconi, Maldini, Costacurta o Ancelotti agrandan aún más sus respectivas leyendas, Seedorf da otro baño de oro a su palmarés envidiable y Kaká agradece a Jesucristo por primera vez que reina en Europa.
Foto: MARCA

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miércoles, mayo 02, 2007

La gran noche 'rossonera'.



Nadie lo podía imaginar allá por el mes de septiembre, y mucho menos en febrero, pero dos años después se repetirá la histórica final de Estambul, otra vez en Europa Oriental (esta vez en Atenas) y nuevamente con un pronóstico incierto.

Y todo porque el Milan ha barrido al Manchester United sobre el tapete de San Siro. Con idéntica disposición táctica que en la ida salieron tanto Ancelotti como Ferguson, pero esta vez el Milan se hizo dueño de la pelota, impuso del todo su ritmo pausado, su juego combinativo, de toque y apoyo y cobertura constantes, y con Pirlo y Kaká liberados dominando los entresijos del partido en dos líneas.
El ManU, que llegaba a la cita como el equipo más espectacular y en forma de Europa, no ha tenido el balón, sobre todo en una primera parte en la que ha recibido un correctivo tan severo como en su día sufrió la Roma en Old Trafford en cuanto a fútbol, pero menos duro en cuanto a los números. Sin el balón, y con una defensa cogida con alfileres en la que ha reaparecido un desconocido Vidic, que se sentía obligado a tapar todos los agujeros, los de Ferguson parecían niños jugando contra hombres.

La superioridad manifiesta del Milan ha cogido por sorpresa a casi todos. Al final, un 3-0 que refleja bien a las claras quién ha merecido el billete a la final, con un Kaká otra vez decisivo, un Seedorf evidenciando su segunda (o tercera) juventud, Pirlo liberado de la marca de Scholes organizando a sus anchas, Gattuso contagiando a todos su espíritu indomable, … Enfrente, la nada más absoluta. Cuesta castigar así a un equipo como el Manchester United, que tanto nos ha hecho disfrutar esta temporada, pero una noche aciaga se paga con la vida en la Liga de Campeones. Tal vez Ferguson debería haber terminado con la anarquía de su ataque y su media, colocar a Ronaldo y Giggs en los costados y a Saha en punta junto a Rooney, tal vez …

Pero yendo un poco más allá del análisis puntual, me quedo con dos reflexiones:
- la primera, que sin equilibrio defensivo un equipo no puede ganar la Copa de Europa, y el suyo se le ha resquebrajado al ManU entre lesiones y cambios de posición.
- la segunda, que el Milan acaba de terminar de un plumazo con todas las teorías acerca de los ciclos que creemos dominar los aficionados. Un equipo tan envejecido, tan venido a menos, con esa defensa de porcelana en balones aéreos, … Un equipo que pierde una final como lo hizo el Milan hace ahora dos años en Estambul nos obliga a hablar de fin de ciclo, salvo que el destino caprichoso del fútbol nos cierre la boca a todos los sabios de turno.
Fotos: Reuters, AFP

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Semifinales UEFA Champions League: El coro de la historia.


Partidos como el de ayer demuestran, desde lo más alto, que verdaderamente existen valores futbolísticos que trascienden a un momento de gloria o de derrota, a una época y a una serie de resultados. Esa masa ingente y espeluznante de auténticos portadores del escudo y las raíces del Liverpool siempre estarán ahí, como se les podía encontrar casi una hora antes del partido cantando, como se les podía escuchar con la garganta desgarrada sin dejar de animar y entonar en todo el largo partido y como se les podía contemplar boquiabierto cubriendo de rojo sangre con sus bufandas el cielo de Liverpool y recitando en pleno éxtasis de victoria su oración de cabecera. Tal vez sólo por disfrutar de ese espectáculo que desenmascara tanta hipocresía en el fútbol actual haya merecido la pena el pase del Pool.

Ya de entrada, Benítez no defraudaba y mostraba a última hora su habitual as bajo la manga: una media inesperada, con Gerrard centrado al lado de Mascherano, dos bandas y Xabi Alonso en el banquillo. Tampoco jugó Arbeloa tras su mal partido en Londres y Kuyt y Crouch formaron en ataque tal y como se suponía.
Mourinho decidió suplir la baja de Carvalho retrasando a Essien y no recurrió a Boulahrouz en una decisión inexplicable, pues de paso debilitó su media sin el empuje y la omnipresencia del ghanés.

El Liverpool salió decidido desde el principio a tener la pelota, arrinconar atrás al Chelsea y estar muy atentos a cerrar sus posibles planes de contra. Abusó sin rubor del envío directo a Crouch, se aprovechó de la ausencia de Essien para dominar por completo la zona ancha con Mascherano demostrando por fin en un gran partido su nivel y Gerrard apareciendo por todas partes en un derroche físico que llegó a emocionar. Kuyt y Crouch se vaciaron en la presión, liaron a un espeso Makelele y a los de Mou sólo les quedaba el pase directo a Drogba, sólo que esta vez Agger tenía la lección aprendida y entró a por todas, aprovechando que casi siempre bajaba a recibir lejos del área.
Curiosamente sería el central danés el que marcaría mediada la primera mitad, en una jugada ensayada de la que aún estará maldiciendo Mourinho por la desconcentración de sus hombres.

Con el gol, el Liverpool levantó el pie con el balón, pero no sin él, y siguió aplicando a rajatabla la presión de Benítez entre el aliento descomunal de Anfield. Pero el Chelsea se recompuso un poco y empezó a tener alguna llegada, sobre todo con la salida de Robben en la segunda mitad, lo que le dio la salida en uno contra uno que no le dieron unos desacertados Kalou y Joe Cole.
La prórroga era ya una moneda al aire, los dos equipos tenían el mismo miedo a perder que inquietud por la lotería de los penaltis, y aunque el Chelsea ya dominaba más campo y posesión, fue el Liverpool el que estuvo más cerca de ganar con un gol bien anulado a Kuyt. Esa tanda de penaltis fue “red”, sobre todo por la bien ganada fama de “parapenaltis” de Pepe Reina, quien detuvo dos y se ha convertido en otro de los héroes de épica que Anfield ya ha colocado en su muestrario de fidelidad eterna. Será la segunda final en tres años para Rafa Benítez con el Liverpool, pese a demostrar seguir tan lejos del título de la Premier; para Mourinho y el Chelsea, las consecuencias de haber perdido los dos grandes títulos en tres días son imprevisibles.

Termino con un último detalle de los dos grandes estrategas en plena tanda de penaltis: Benítez sentado en el césped con las piernas cruzadas, Mourinho besando un rosario con fe devota. Cuando uno planifica un acontecimiento al milímetro, llama la atención su actitud al llegar un punto concreto en que no es capaz de controlar absolutamente nada.

Foto: DF Photos

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martes, mayo 01, 2007

La pasión del fútbol simultáneo.

Las dos comidas de este fin de semana han venido aderezadas con dos sesiones simultáneas de partidos decisivos en la lucha por el título de la Premier y de la Eredivisie. La pasión de este tipo de jornadas, de nervios punzantes, de celebraciones y tristezas paralelas, de goles y errores definitivos, es única.

El sábado, la Sky programó a la misma hora los partidos de Manchester United y Chelsea. Con doce puntos aún en juego, tres de diferencia y un duelo directo en el horizonte, se planteaban unos y otros sus partidos, a priori nada sencillos pues se enfrentaban a los dos equipos que ocupan puestos UEFA: Everton y Bolton, respectivamente.
Al ManU se le torcieron las cosas desde el principio. Ferguson había reservado a Ronaldo y repetido la misma zaga del día del Milan. El Everton, con Carsley y Phil Neville guardando las espaldas de Arteta y Vaughan solo en punta, presionaba, achicaba la zona ancha pero parecía inofensivo en ataque … hasta que un libre directo de Stubbs tropezó en un zaguero y supuso el primer gol. Al líder le faltaba ritmo e incluso tensión, llegaba pero sin oleadas ni hacer excesivo daño, y en su área sufría a balón parado.
Al comenzar la segunda mitad, Manuel Fernandes marcó un golazo de duro derechazo y el 2-0 hacía estallar … Stamford Bridge. El Manchester United no daba sensación de recuperación, pero entonces se lea pareció la denominada “suerte del campeon”. Tim Howard, meta titular de los “toffees”, no podía jugar por pertenecer al United, y le suplió el joven Iain Turner. El escocés regaló un gol a O´Shea, y sólo entonces Ferguson lo vio claro en la banda: Ronaldo a calentar que la Premier se salva. Otro error en forma de colaboración, esta vez del “ex –red devil” Phil Neville hacía el 2-2 y la inercia del partido ya había cambiados ola. Rooney respondió a los pitos de Goodison park marcando el tercero, y una gran combinación, ya sí “made in ManU” la culminó el joven Eagles para redondear la remontada. Una remontada que va a valer por un título …

… porque además el Chelsea fue incapaz de ganar en casa al Bolton, que le respondió con sus mismas armas y acabó por desquiciarlo. Mourinho reservó a Drogba, Lampard y Joe Cole, apostó por una inédita medular Essien-Mikel-Diarra, abrió a los costados a Kalou y Wright-Phillips y dejó en punta al desesperante Shevchenko, que completó un partido horroroso.
Cuando la parroquia “blue” celebraba el primer gol del Everton, el Bolton se adelantó con un gol del altísimo central Michalik. La fortuna parecía aliarse con el Chelsea, que no acusó el golpe y se levantó de la lona con dos goles de cabeza casi seguidos de Kalou, que le dio la tarde a un Iván Campo de improvisado lateral derecho. Entonces ocurrió lo inesperado: mientras el ManU remontaba en Goodison, a Petr Cech le dio por tener el primer error de bulto casi de toda la temporada y Davies empató en otra acción a balón parado. El Chelsea aceleró pero se estrelló con un ordenado Bolton demostrando sus problemas para hacer saltar el entramado de un cuadro ordenado. Se pidió un penalti por mano de Emite en medio del nerviosismo general y las caras iban palideciendo en Stamford Bridge; para entonces, Mou ya había recurrido a Drogba y Lampard pero la Premier es una quimera …

El desenlace de la Eredivisie, antes de la injusta e inexplicable fase final de play-offs que se han inventado en Holanda, fue histórico. AZ, Ajax y PSV llegaban empatados a puntos, dependiendo de sí mismos los de Van Gaal para levantar el título, que jugaban en el minúsculo feudo del Excelsior, con medio campo repleto de hinchas de Alkmaar. El Ajax jugaba en casa del Willem II de Tilburg y el PSV, que venía de dilapidar una renta de diez puntos, lo hacía en casa ante el Vitesse, necesitando una goleada y un fallo de las huestes de Van Gaal.
El minuto a minuto fue espectacular, y la expulsión del meta del AZ Waterman condicionó el partido de quienes llegaban líderes, que siempre fueron a remolque y jugaron casi metidos en el área pequeña del Excelsior. Falta de experiencia, de puntería, … Lo cierto es que incluso perdieron el partido, mientras que el Ajax se quedó a un solo gol de llevarse la Liga con el 5-1 del PSV.
El desarrollo de infarto de los tres partidos simultáneos lo vivimos todos y ya lo habréis leído en cientos de sitios. Sólo destacar la fortuna de Ronald Koeman en este tipo de situaciones límite (recordar sus tres Ligas ganadas como jugador del Barcelona en el último suspiro, incluidos el penalti de Djukic y la doble pesadilla blanca en Tenerife) y la espectacular situación del último cuarto de hora, con el PSV como virtual campeón y pudiendo cualquiera de los otros dos equipos arrebatarle la Eredivisie con un solo gol. Inédito y para morirse de una arritmia. Con el reposo y el fin de los play-offs, habrá tiempo de hacer balance y valorar a unos y otros.

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