El Milan, campeón de Europa.

Si alguien lo predice, por ejemplo, en noviembre, le toman por loco o por no iniciado en el seguimiento diario de este mundo, pero el Milan ganó anoche en Atenas su séptima Copa de Europa. En fútbol, las temporadas son muy largas y cualquier análisis con intención conclusiva corre serio riesgo de desprestigio futuro.
Lo cierto es que tiene su mérito, porque Ancelotti ha reinventado un Milan campeón tras la marcha de Shevchenko y renunciar a su centro del campo en rombo. Con un portero inseguro, una defensa vieja y deshilachada, una delantera con escasos recursos y sin velocidad y una línea de medios a la que parecía habérsele pasado el arroz, con una temporada marcada por las sanciones, la polémica y el susto por su inicial exclusión de la Liga de Campeones. Así se ha llevado el título el Milan de Ancelotti.
Se apoyó en la benevolencia de los sorteos para llegar hasta cuartos haciendo valer tan sólo la pegada de alguna figura, los goles de Kaká y el peso de la camiseta, y en una gran noche en Munich terminó de convencerse y de hallar su camino. Una medular de cinco hombres en cuadrado, con Pirlo como vértice central adelantado (ver Futbolitis para entender el desarrollo táctico del Milan) y un solo punta, renuncia a las bandas como punto de partida y una nueva “squadra” estaba perfilada. Si lograban imponer un ritmo pausado de juego y tener la posesión, no había rival capaz de superarle con claridad, ni siquiera el imparable Manchester United. Apoyados en su superioridad numérica y táctica en el medio, y en el desequilibrio de sus dos mediapuntas: Kaká, irregular como casi siempre pero apareciendo en momentos puntuales y decisivos como en Old Trafford o el día del Celtic, y el “holandés errante” Clarence Seedorf a un nivel extraordinario viviendo una segunda juventud.
El torneo, caprichoso como ninguno, le enfrentó en la final con el Liverpool, ofreciéndole la posibilidad de una “vendetta” en toda regla tras la increíble noche de Estambul en 2005, pero se encontraron con un Benítez que les ganó la partida desde el principio, y no sólo después del descanso. Mover a Gerrard de la derecha a la media punta igualaba fuerzas en el centro y mientras el físico aguantó, el Pool fue superior.
Fue la primera parte de las contradicciones: el balón lo movía con más criterio el Liverpool, los ingleses dominaban la zona ancha, llegaban algo más, pero en el último minuto Inzaghi de rebote hacía el primer gol (tras una falta de Xabi Alonso, que había completado una primera mitad excelente). Pippo sólo aparecería de nuevo para marcar el segundo tras gran pase de Kaká (quien también asomaba por segunda vez; la primera, hizo una ruleta) cuando a los de Benítez las piernas ya no les respondían.
Dos errores se detectaron: el Liverpool generó opciones por las bandas, supo abrir el campo, pero sus efectivos allí ni desbordaban ni definían (mal Pennant y Zenden, peor aún un Kewell fuera de ritmo), y dio la sensación de que Benítez tardó demasiado en abandonar el plan A: Kuyt no es referencia, se mueve, trabaja, bascula, pero no está, y para cuando Crouch quiso entrar quedaba poco tiempo ya.
Siete Copas de Europa tiene el Milan, consolidado en segundo lugar de una imaginaria clasificación histórica continental. Berlusconi, Maldini, Costacurta o Ancelotti agrandan aún más sus respectivas leyendas, Seedorf da otro baño de oro a su palmarés envidiable y Kaká agradece a Jesucristo por primera vez que reina en Europa.
Lo cierto es que tiene su mérito, porque Ancelotti ha reinventado un Milan campeón tras la marcha de Shevchenko y renunciar a su centro del campo en rombo. Con un portero inseguro, una defensa vieja y deshilachada, una delantera con escasos recursos y sin velocidad y una línea de medios a la que parecía habérsele pasado el arroz, con una temporada marcada por las sanciones, la polémica y el susto por su inicial exclusión de la Liga de Campeones. Así se ha llevado el título el Milan de Ancelotti.
Se apoyó en la benevolencia de los sorteos para llegar hasta cuartos haciendo valer tan sólo la pegada de alguna figura, los goles de Kaká y el peso de la camiseta, y en una gran noche en Munich terminó de convencerse y de hallar su camino. Una medular de cinco hombres en cuadrado, con Pirlo como vértice central adelantado (ver Futbolitis para entender el desarrollo táctico del Milan) y un solo punta, renuncia a las bandas como punto de partida y una nueva “squadra” estaba perfilada. Si lograban imponer un ritmo pausado de juego y tener la posesión, no había rival capaz de superarle con claridad, ni siquiera el imparable Manchester United. Apoyados en su superioridad numérica y táctica en el medio, y en el desequilibrio de sus dos mediapuntas: Kaká, irregular como casi siempre pero apareciendo en momentos puntuales y decisivos como en Old Trafford o el día del Celtic, y el “holandés errante” Clarence Seedorf a un nivel extraordinario viviendo una segunda juventud.
El torneo, caprichoso como ninguno, le enfrentó en la final con el Liverpool, ofreciéndole la posibilidad de una “vendetta” en toda regla tras la increíble noche de Estambul en 2005, pero se encontraron con un Benítez que les ganó la partida desde el principio, y no sólo después del descanso. Mover a Gerrard de la derecha a la media punta igualaba fuerzas en el centro y mientras el físico aguantó, el Pool fue superior.
Fue la primera parte de las contradicciones: el balón lo movía con más criterio el Liverpool, los ingleses dominaban la zona ancha, llegaban algo más, pero en el último minuto Inzaghi de rebote hacía el primer gol (tras una falta de Xabi Alonso, que había completado una primera mitad excelente). Pippo sólo aparecería de nuevo para marcar el segundo tras gran pase de Kaká (quien también asomaba por segunda vez; la primera, hizo una ruleta) cuando a los de Benítez las piernas ya no les respondían.
Dos errores se detectaron: el Liverpool generó opciones por las bandas, supo abrir el campo, pero sus efectivos allí ni desbordaban ni definían (mal Pennant y Zenden, peor aún un Kewell fuera de ritmo), y dio la sensación de que Benítez tardó demasiado en abandonar el plan A: Kuyt no es referencia, se mueve, trabaja, bascula, pero no está, y para cuando Crouch quiso entrar quedaba poco tiempo ya.
Siete Copas de Europa tiene el Milan, consolidado en segundo lugar de una imaginaria clasificación histórica continental. Berlusconi, Maldini, Costacurta o Ancelotti agrandan aún más sus respectivas leyendas, Seedorf da otro baño de oro a su palmarés envidiable y Kaká agradece a Jesucristo por primera vez que reina en Europa.
Foto: MARCA
Etiquetas: Crónica Liga de Campeones.