Hacer balance.

No ha sido un año (contando como tal el período de temporada, no el año natural) sencillo en lo personal. Uno parece tener dos vidas, la privada y la pública, y a los que nos sobran el tiempo y las ganas suficientes para compartir nuestras pasiones o inquietudes nos achacan una tercera “vida”, la virtual. Aunque no queramos, se solapan; lo que vivimos en una interfiere en lo que queremos expresar en otra. Por eso, como no es mi mejor momento personal, y en mi vida pública (que se reduce a mis relaciones con los demás y a mis estudios) no me puedo permitir desfallecer, mi vida virtual no ha sido como a mí me gustaría. No he hecho el seguimiento que me habría gustado de muchos torneos y no he escrito en este blog (ni en el otro) con la frecuencia que había proyectado.

Tampoco es que el corazón esté cerrado por derribo, como cantaba Sabina, pero tal vez sí lo esté por reformas, sólo que el capataz aún no ha decidido el plan de obra. De cualquier manera, sólo soy capaz de escribir con el corazón, incluso cuando me limito a narrar o a describir, y en estos momentos me cuesta más que nunca disfrutar del fútbol (sospecho que la angustia sin fin del Athletic colabora en este sentido) y más que antes motivarme para escribir.
La suerte que tenemos es que, mientras uno decide qué hacer con su destino, la pelota jamás deja de rodar, y esa confianza ciega en que el fútbol no se detiene nos permite reengancharnos al tren de la pasión cuando pasa cada día por nuestra puerta.

Todo para contaros que, una vez termine en pocos días los exámenes, intentaré hacer en este pequeño blog lo que toca justo ahora: balance. Un repaso por varias Ligas, tratando de analizar lo mejor que se pueda a cada equipo y a los jugadores que mejores sensaciones nos han dejado. Justo ahora, que todos empiezan a diseñar el próximo ejercicio y el mercado se despereza.
No ha sido un buen año, pero la pelota, para mi fortuna, sigue rodando y se avecinan tiempos mejores. Seguro.